PRÁCTICA 3. LA CANCIÓN DE LOS LUNES. LA PINTURA Y LA MÚSICA, UN VÍNCULO INTERTEXTUAL


Piet Mondrian (1872-1944) fue un artista neerlandés cuya obra pivotó en torno a la revista De Stijl, principal órgano de difusión de la corriente neoplasticista. Para este pintor vanguardista, el arte debía ser representado por medio de líneas rectas y colores puros, lo cual estaba en consonancia con su creencia de que las formas rectilíneas y lo cromáticamente puro simbolizaban la expresión del orden cósmico. En 1912 se traslada a París y es en la capital francesa donde tiene un primer contacto con el jazz moderno. En 1940, al llegar a la ciudad de los rascacielos, Mondrian se interesa vivamente por la música jazz, el boogie-woogie y por aquellos bailes populares de que se hacía gala en los clubes más populares del momento, como el Café Society. 

En el marco del género del jazz confluyen diversas corrientes y paradigmas musicales derivadas de los ritmos afroamericanos del sur de Estados Unidos. La música jazz influyó de un modo notorio en la obra del pintor. El jazz constituía simultáneamente una renovación estética, un espacio social y una forma específica de experiencia musical que comenzaba a perfilarse como una auténtica revolución cultural en el seno de la sociedad europea. Significó, pues, una ruptura radical con lo anterior, y la expresión sonora de la existencia urbana de la modernidad en el primer tercio del siglo XX. 

Mondrian era conocedor, en efecto, de los cambios que se estaban produciendo en las primeras décadas del siglo XX en todos los órdenes y se sirvió de muchos de estos para consolidar su teoría del neoplasticismo. Este movimiento o nuevo panorama pictórico, el neoplasticismo, posibilitaba al artista el empleo de líneas rectas tanto horizontales como verticales y el uso de vivos colores como el rojo, el azul, el negro o el blanco. Cada segmento de color tiene la capacidad de generar un ritmo en el lienzo. 

Una de sus más célebres obras es la denominada Broadway Boogie-Woogie (1942-1943), en la que se lleva a término en el lienzo la plasmación de la particular estructura musical del boogie-woogie, que viene dado por la sinergia entre las melodías “al piano por la mano izquierda —melodía que conduce a la derecha con un patrón repetitivo y constante—y por la derecha —melodías complejas, ingeniosas y bailables—” (Méndez López de Bustamante, 2022, s.p.). En consecuencia, cada segmento de color genera un ritmo en la obra pictórica: los cuadrados de color representan los movimientos de la mano izquierda al interpretar una pieza de boogie-woogie al piano y los rectángulos blancos se hacen corresponder con los movimientos de la mano derecha.



Broadway Boogie-Woogie (1942-1943)


Los vínculos entre las disciplinas pictórica y musical han constituido una constante en la historia del arte; sin embargo, esta interacción se ha visto enormemente intensificada en el siglo XX por medio del surgimiento de las Vanguardias, contexto histórico, artístico y cultural en el que los géneros musicales se apartaban de los códigos más tradicionales. Pintores y compositores como Kandinsky, Picasso, Renoir y John Cage ejercieron múltiples y mutuas influencias y tomaron su inspiración a partir de las composiciones de todo un caudal de artistas diversos. Mondrian, por consiguiente y, sin duda, estuvo férreamente marcado desde la segunda década del siglo XX por la música jazz y desde 1940 por el blues. 

En este orden de cosas, la editorial Casimiro publicó en 2020 el volumen Música y pintura, que supone la recopilación de escritos diversos de Mondrian, presentados por una amplia y extensísima introducción signada por Karin von Maur: “Mondrian y la música”. Esta introducción, a modo de discurso prologal, contextualiza con excelso tino la tríada de artículos que componen el tomo: “Jazz y neoplasticismo”, “El neoplasticismo en la música y los ruidistas futuristas italianos” y “El neoplasticismo (la nueva plástica) y su realización en la música)”. 

Aduce Karin von Maur en la introducción,

El jazz, tanto como el Neoplaticismo, era para él la forma de expresión de un sentimiento vital nuevo y de una cultura madura. Tal como hizo el Nuevo Plasticismo con la forma individual, el jazz rompió con la melodía y, de esta manera, ambos llevaron el ritmo a una nueva libertad. Ya en su manuscrito de 1921 Mondrian había considerado ejemplar el jazz-band, porque con sus «bruscas rupturas de la melodía» y con sus «ruidos secos y extraños» se oponía a la redondez del sonido e introducía instrumentos más modernos. Además, Mondrian exigía para la nueva música la sustitución de los instrumentos tradicionales de cuerda, de viento y cobres por una «batería de objetos duros», con el fin de producir un sonido más plano, pues «el timbre depende de la forma y del material del instrumento».

Por lo que hace a las relaciones entre música y pintura, ha de destacarse el concepto de intertextualidad, pues ambas disciplinas deben entenderse como textos o discursos entre los que se establecen no pocos vínculos. La intertextualidad, concepto acuñado por Kristeva y referido a la relación entre el hipotexto y el hipertexto, de conformidad con la terminología de Genette, ha sido estudiado por no pocos autores. Destacamos en este punto el trabajo de Martínez Fernández, bajo el título La intertextualidad literaria (base teórica y práctica textual) (2001), acogido por los círculos de la crítica académica como uno de los manuales de referencia en los estudios de Teoría de la literatura y Literatura comparada. El estudio de Martínez Fernández, de gran rigor expositivo, tiene en cuenta las posturas más relevantes que en torno al concepto de intertextualidad se han fraguado al abrigo del siglo XX, y desarrolla una serie de nociones fundamentales que entran en contacto con el universo intertextual, a saber: los modelos y prototipos, las fuentes e influencias, la reescritura y la adaptación, la tradición y la innovación, la permanencia y la renovación, la cita y la alusión, las relaciones dialógicas, la interferencia, etc. (González Álvarez, 2003).

Según Martínez Fernández (2001: 53), “el carácter dialógico del discurso (del enunciado) es la base de la intertextualidad. La dialogía establece la relación de voces propias y ajenas, individuales y colectivas”. Si, como ha definido Martínez Fernández (2001: 10), la intertextualidad se concibe como un “tejido de textos”, entonces esta constituye un fenómeno también de carácter cultural que está presente en la configuración de todo texto o universo simbólico (González García, 2012). Es lo que ocurre con la pintura y la música, pues, que constituyen verdaderos universos simbólicos en diálogo. Las relaciones de la música con el pintor neerlandés se embeben de manera fundamental de búsquedas estéticas muy estrechas. Pensamos, así pues, la música (o su interpretación) en un diálogo imaginario con las texturas, superficies, colores, etc. que le son propias a las artes visuales. 

En definitiva, el jazz, el boogie-woogie, y el neoplasticismo surgen como expresiones de una nueva vida. En este espacio, nos complace traer a colación dos piezas. Por un lado, un clásico del boogie-woogie como es Montana Taylor (1903-1958), con las composiciones “Detroit Rocks & Pine Top’s Boogie-Woogie” [https://www.youtube.com/watch?v=vS78Vz9Xjqc]; por otro, el saxofonista del jazz Frankie Trumbauer (1901-1956), con la pieza “Blue River” [https://www.youtube.com/watch?v=YBfjJyHy9yg]. 


Bibliografía

GONZÁLEZ ÁLVAREZ, Cristóbal (2003): “La intertextualidad literaria como metodología didáctica de acercamiento a la literatura: aportaciones teóricas”, en: Lenguaje y textos, 21, pp. 115-128. 

MARTÍNEZ FERNÁNDEZ, José Enrique (2001): La intertextualidad literaria (base teórica y práctica textual). Madrid: Cátedra. 

MÉNDEZ LÓPEZ DE BUSTAMANTE, Marta (2022): “Mondrian y el jazz”, en: Cultura Joven: Revista de difusión cultural hecha por y para jóvenes, s.p. Disponible para consulta en: https://www.culturajoven.es/mondrian-y-el-jazz/ 





Comentarios

  1. Me ha gustado mucho la entrada, todos, o casi todos, nos hemos decantado por alguna obra de música clásica, o bandas sonoras en su defecto, pero el jazz no se había tocado. Los dos temas que propones me gustan, aunque el saxo para mí tiene ciertas connotaciones más personales que hacen que le tenga un cariño especial; para el jazz es mi instrumento favorito.
    Por otra parte, confieso que no soy especialmente adepto al arte abstracto, pero es curioso ver cuadros "musicales" como este, aunque mi conocimiento musical y pianístico sea nulo y no sepa apreciar los movimientos de las manos en las pinceladas. El observar esta pintura me ha recordado a otra obra pictórica que está relacionada con el mundo del ajedrez, directamente, al igual que Mondrian "toca" las notas con sus pinceles, Ugo Dossi pintó un cuadro en 1956 en el que sus pinceles "movían" las piezas de ajedrez, reproduciendo una de las partidas más brillantes y emblemáticas de la historia. El cuadro, admito que tiene gracia, pero no va más allá del peso histórico que las pinceladas representan: el nacimiento de un mito del tablero, Bobby Fischer, una de las figuras más carismáticas y controvertidas de la historia. Si viviera hoy día, estoy seguro de que como mínimo sería un terraplanista antivacunas.
    Enhorabuena por la entrada.

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    1. Muchísimas gracias, Israel, por tus palabras. Mi elección viene dada por la pasión musical que siempre he percibido en mi hermano. Toca el piano y el clarinete y trastea el saxofón desde muy pequeño y estoy acostumbrada a escuchar estas magníficas piezas. En cuanto al arte abstracto, me fascina. De nuevo, muchísimas gracias por tu comentario y tu tiempo.

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