PRÁCTICA 11. TALLER DE JUEGOS DE MESA PARA EL AULA DE LENGUA Y LITERATURA
No creo que pueda decir que soy una gran experta en juegos de mesa. Sin embargo, me encanta jugar con los pocos que conozco, especialmente cuando comparto tiempo con amigas. De mi infancia, recuerdo juegos como el Risk, el Dominó, el ajedrez, las cartas o el Parchís, a los que siempre jugaba con mi familia los sábados y los domingos. También me acuerdo del Hotel, del Cluedo, del Monopoly o del Trivial Disney, que empecé a coleccionar con el objetivo de poder compartir tiempo con mis amistades. Durante mi etapa en el instituto, apenas recuerdo jugar a juegos de mesa, pero sí tengo que mencionar que fue cuando inicié mi pasión por el Rummikub, uno de mis favoritos actualmente. El Rummikub es un juego de mesa basado en números que combina elementos del rummy y el mahjong. Se juega con fichas en lugar de cartas y el objetivo es deshacerse de todas tus fichas formando combinaciones en el tablero. Es un juego de estrategia, observación, pero también de azar, que requiere habilidad para reorganizar las fichas en la mesa y aprovechar al máximo las oportunidades disponibles. Durante la pandemia, me aficioné –y casi obsesioné– a jugar online, un gusto que, con más calma, mantengo a día de hoy.
En mis años de universidad, comencé a descubrir algunos juegos nuevos, como el Virus, Exploding Kittens, Dixit o Coup. Son, en general, juegos de cartas sencillos que te permiten entretenerte mientras compartes tiempo con amistades y aprovechas para charlar. El juego se convierte en estos casos en la excusa para compartir y dialogar de una manera más divertida. Finalmente, actualmente me resulta muy entretenido el juego de cartas The Mind, de tipo cooperativo y en el que los jugadores deben colocar cartas numeradas en orden ascendente en el centro de la mesa sin comunicarse entre sí. Cada jugador recibe una mano de cartas y en cada ronda se deben colocar las cartas en orden sin hablar o hacer gestos (y, lógicamente, sin ver las cartas del resto). El propósito es completar el juego sin errores, desarrollando una intuición compartida y sincronización entre los jugadores. Es una manera de conectar con tu alrededor, de aprender a confiar en el resto y, sobre todo, de conocer de una manera mucho más profunda e introspectiva a tus amistades.
En cuanto a las posibilidades educativas, como vimos en la sesión impartida por María Samper, las aplicaciones didácticas que se pueden extraer de los juegos de mesa son numerosas y muy enriquecedores. Aunque es cierto que nunca lo he puesto en práctica en las pocas clases que he impartido hasta la fecha, hace unos meses me regalaron un juego muy sencillo, llamado Unánimo, y con el que creo que se pueden plantear actividades interesantes. Unánimo es un juego de mesa en el que los jugadores deben pensar y escribir palabras relacionadas con un tema específico, tratando de coincidir con las palabras que escriban los demás jugadores. El objetivo es obtener la mayor cantidad de puntos al coincidir con las respuestas de los otros participantes, por lo que fomenta la creatividad y la capacidad de pensar en asociaciones comunes. Los materiales constan de varias tarjetas con nombres de temas (playa, supermercado, ciudad, etc.) y de unas pizarras y bolígrafos borrables para que cada jugador anote sus respuestas; ambos materiales que se pueden sustituir en el aula por folios y lapiceros.
Una actividad para la asignatura de Lengua Castellana y Literatura puede ser la realización de varias rondas para que, después, el alumnado escriba su propio relato utilizando las palabras coincidentes. Otra posibilidad sería jugar tras haber leído alguna obra literaria. En este caso, el estudiantado habría de escribir sus respuestas pensando en el libro en cuestión. Asimismo, también se podría utilizar simplemente para hacer rondas rápidas para trabajar los sinónimos, los antónimos o los campos léxico-semánticos. Si bien es un juego muy sencillo, y tal vez no tiene la complejidad ni el desarrollo de todos los que vimos en clase la semana pasada, creo que esto permite que se pueda aplicar en numerosas situaciones y sin necesidad de invertir demasiado tiempo en explicar las reglas.
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