PRÁCTICA 13. LA EDUCACIÓN EN 2050


Cuando se mira al presente en estos días, parece imposible pensar el futuro con esperanza: genocidios, guerras, pobreza, precariedad, aumento en los problemas de salud mental, neoliberalismo cada vez más atroz o amenazas de próximas pandemias. La educación, de la que se habla siempre como «la salvación», tampoco parece que vaya encaminada a solucionar esta cuestión: cada vez más recortes, profesorado que tiene que lidiar con problemas para los que no ha sido formado o alumnado desmotivado y con poca capacidad de concentración como consecuencia del uso de las nuevas tecnologías. ¿Queda algún resquicio de optimismo? Quiero creer que sí, porque sería muy difícil continuar en caso de no tenerlo.


Vasnetsov, V. (1887). Cuatro jinetes del Apocalipsis [óleo]. Glinka National Museum Consortium of Musical Culture. Imagen extraída de [03/06/2024]: https://es.wikipedia.org/wiki/Jinetes_del_Apocalipsis#/media/Archivo:Apocalypse_vasnetsov.jpg

   He decidido, por todo ello, plantearle a ChatGPT un escenario desolador y ¿distópico?, ¿posible? No estoy segura. Aun así, he tratado de dejar en él una posible vía para la mejora: la educación. Este es el prompt que le he dado.


Prompt

«Imagínate que estamos en el año 2050. La población mundial ha menguado significativamente como consecuencia del aumento de las enfermedades, de las guerras tecnológicas, del cambio climático y de la ferocidad de las bacterias. Aun así, hay numerosos avances en el plano de la investigación, que han permitido controlar algunas de nuestras adicciones, tales como la adicción al teléfono. Por ello, el alumnado ha mejorado sus niveles de concentración. La educación ahora tiene como propósito mejorar todos esos problemas que te he comentado y volver a repoblar el planeta poco a poco, pero esta vez de una manera sostenible. Además, se pretende que las nuevas generaciones crezcan en el respeto y la igualdad de género y de oportunidades. Por ello, se busca que el sistema educativo sea más inclusivo y que esté enfocado a educar para que en el futuro desaparezcan las diferencias de clase, la marginación por cuestiones étnicas, de género o de orientación sexual, etc. Te pido, por favor, que escribas un relato ficticio, con un componente literario, en el que plantees cómo podría ser la educación en el 2060 teniendo en cuenta todo lo expuesto. Intenta ser original, creativo e imaginativo». Aquí os dejo el relato que me ha dado como respuesta.


Relato de ChatGPT

«En el año 2050, la Tierra se encontraba en un estado de renovación constante. La humanidad, reducida a menos de la mitad de su antigua población, había aprendido a vivir en armonía con un planeta que había sufrido siglos de abuso. Las ciudades eran ahora verdes y sostenibles, y el sistema educativo, el pilar de esta nueva sociedad, había sufrido una transformación radical.

Los alumnos caminaban por el campus del Instituto Global de Rehumanización, un lugar donde la arquitectura moderna se fusionaba con la naturaleza. Árboles gigantescos formaban parte de los edificios, con sus ramas extendiéndose a través de las aulas y proporcionando sombra natural. El aire estaba lleno del susurro de las hojas y el canto de los pájaros, creando un ambiente de paz y concentración que contrastaba fuertemente con el bullicio tecnológico del siglo anterior.

Los profesores no eran meros transmisores de información, sino guías en el vasto camino del conocimiento y la empatía. Cada mañana, los estudiantes se reunían en el Gran Árbol de la Sabiduría, un colosal roble en el centro del campus, donde compartían sus experiencias y aprendizajes del día anterior. Estas reuniones eran tan esenciales como cualquier clase, ya que fomentaban la comunicación y el entendimiento mutuo.

Las asignaturas tradicionales habían sido reemplazadas por disciplinas más integradas y holísticas. Una de las materias clave era «Resiliencia y Rehabilitación», donde se enseñaba a los alumnos cómo las enfermedades, las guerras tecnológicas y los desastres climáticos del pasado habían modelado el presente. No solo aprendían a enfrentar y resolver estos problemas, sino que también se les inculcaba la importancia de la salud mental y emocional.

En las clases de «Tecnología Ética y Sostenible», los estudiantes exploraban los avances tecnológicos que habían permitido la recuperación de la humanidad. Se les enseñaba a usar la tecnología no como una distracción, sino como una herramienta para mejorar la vida. Gracias a las investigaciones avanzadas, habían logrado controlar adicciones como la adicción al teléfono, mejorando significativamente la concentración y el bienestar de los estudiantes.

La igualdad de género y de oportunidades era una realidad palpable. Los niños y niñas, sin importar su origen étnico, género u orientación sexual, recibían la misma educación inclusiva. La «Clase de la Igualdad» era una de las más esperadas, donde a través de juegos de rol, debates y proyectos colaborativos, se exploraban los conceptos de igualdad y respeto. Las diferencias de clase y la marginación eran temas de estudio, no realidades cotidianas, y los alumnos aprendían a erradicar estos problemas desde la raíz.

Cada estudiante participaba en proyectos de «Repoblación Sostenible», donde no solo aprendían sobre biología y ecología, sino también sobre la importancia de mantener el equilibrio con el entorno. Plantaban árboles, cuidaban huertos comunitarios y trabajaban en proyectos de conservación de la fauna local. Estas actividades no eran meramente educativas; formaban parte de una filosofía de vida.

Uno de los proyectos más innovadores era el «Mundo Unido», una red global de estudiantes que colaboraban a través de hologramas y realidad virtual. Aunque la tecnología había reducido las barreras físicas, el contacto humano y la empatía seguían siendo primordiales. Los jóvenes de diferentes culturas se reunían virtualmente para trabajar juntos en soluciones globales, aprendiendo a valorar las diferencias y a encontrar puntos en común.

La educación en 2050 no solo tenía como objetivo formar ciudadanos informados, sino también individuos compasivos y conscientes. Los niños que salían del Instituto Global de Rehumanización no solo estaban listos para enfrentar los retos del futuro, sino que también llevaban consigo una profunda comprensión del pasado y un compromiso inquebrantable con la construcción de un mundo mejor.

En esta nueva era, la educación no era un mero proceso de acumulación de conocimientos, sino una verdadera transformación del ser humano, guiándolo hacia una existencia en armonía con su entorno y sus semejantes. Así, poco a poco, la humanidad se preparaba para resurgir y florecer, como un fénix renacido de las cenizas de sus propios errores».

 

 

Dicen que la IA es el futuro y que ella nos dará todas las respuestas. Quién sabe si en esto también llegará a tener razón. Nosotras, como futuras docentes, tal vez estemos ahí para comprobarlo.

 


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